Identificar el maltrato como
violencia sobre los hijos, implica diferenciarlo del castigo, como acción
correctiva, que en la familia se relaciona con intenciones educativas y
formativas, y que es permitido socialmente para generar y lograr interiorizar
en el niño regulaciones sociales que le permitan y faciliten su socialización.
El castigo como reparación, es
parte de la cultura, de ideales sociales, de creencias que desde los principios éticos y morales de una
cultura regulan el empuje a la propia satisfacción de los impulsos
sexuales y agresivos, como tendencias comunes que exponen la vida social. Desde
esta concepción, el castigo es violencia simbólica, en tanto evita la
repetición de actos que sin los límites impuestos, precipitarían al niño y más
tarde al adulto a la consecución de un goce inútil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario